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#115 • Marzo 2016 Año VII Arquitectura Barrios Curiosidades Edificios Paisaje

José María Moreno 122

por Enrique Espina Rawson / Fotos: Iuri Izrastzoff
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Si no fuera por las persianas oxidadas de varios de sus seis pisos, podría confundirse con una torre de los templos de Angkor Vat, en Camboya, o tal vez con una escenografía de ambiente hindú del Hollywood de los 40.

Pero no. Es Buenos Aires, y para más datos una casa de departamentos de seis pisos, ubicada a ciento cincuenta metros de Acoyte y Rivadavia, exactamente en José María Moreno 122. No pueden hallarse datos sobre fechas, propietario original ni otra cosa que el nombre del Ingeniero Alejandro Varangot sobre la también extravagante puerta de entrada. El ingeniero Varangot es autor de importantes edificios, entre otros, del Antonio Pini, de Sarmiento y Diagonal Roque Sáenz Peña, que recientemente hemos comentado.

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Rastreando información sobre esta curiosidad, hallamos una foto por Internet, con la pregunta “¿Qué estilo es?”. Son ese tipo de preguntas que deben contestarse luego de un largo y pausado: -“Buenoooo…”, pero, en fin, lo intentaremos…

Hay, indudablemente elementos art-decó en muchos detalles lo que nos lleva a suponer con fundamento que fue edificado en la segunda mitad de la década del 30, y el resto, es francamente inclasificable, puede ser visto como moderno o arqueológico, según el caso. Por ejemplo, hay dos paños de esferas de mampostería de tamaño decreciente que se elevan del primero al segundo piso, que no sabemos cómo deben entenderse.

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Lo que sí, y esto va por nuestra aparte, muchas de ellas están en estado tan ruinoso como los templos de Camboya, y si no se las repara urgentemente, matarán a algún inocente transeúnte que camine bajo estos delirios orientalistas.

El estado del edificio es malo. Y no sólo eso, transmite cierto malestar, como la suposición que cosas muy inconvenientes están sucediendo en alguno de esos cochambrosos ambientes. A las persianas oxidadas ya citadas, podemos agregar la profusión de placas de plástico que no adornan, precisamente, la fachada, dando cuenta de centros de yoga, clases de ortodoncia y cursos similares de sospechosos institutos que ofrecen sus servicios a cualquiera que se atreva a ingresar al edificio simil templo perdido en la jungla.

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Sintetizamos: Esta obra debería haber sido concebida a otra escala, digamos un Barolo. En sus minúsculas proporciones resulta contradictoria, por no decir patética. De todas maneras es una curiosidad que merece verse.

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