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#149 • Enero 2019 Año X Beaux-arts Francés Grandes Casas

Alvear 1799

por Enrique Espina Rawson / Fotos: Iuri Izrastzoff
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Nuevamente Héctor Ayerza. Una espléndida obra de este arquitecto porteño (ver reseña publicada sobre Marcelo T. de Alvear 833) nos convoca desde la esquina de Avenida Alvear y Callao, la más linda de las cuatro, sin duda.

Y nuevamente nos extrañamos que sobre este edificio, símbolo ejemplar de la mejor época de la construcción en Buenos Aires, no exista casi ninguna referencia en las páginas especializadas. Mejor así.

De estilo academicista clásico constituyó, para 1939 -el año en que fue construido- algo como un “ritorno all´antico”, a la clásica linea imperante hasta unos años antes, pero ya en franca retirada ante el avance incontenible de los códigos racionalistas, presentes en muchos luminosos edificios vecinos de Callao.

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De hecho, comenzaba la desaparición de muchas de las grandes mansiones surgidas antes de la crisis del 30, o si prefieren del “martes negro” de 1929 en Wall Street.

Algunas, afortunadamente, fueron rescatadas por el Estado -caso Palacio Paz o la mansión Saavedra Zelaya- otras adquiridas como Embajadas por diversas naciones, tales como la Embajada de EE.UU, Gran Bretaña, Francia, España, etc., y la mayoría, demolidas para dar paso a la cantidad de edificios de renta que se levantaron en la zona.

Se nos podrá decir, y con razón, que en los últimos años hemos visto surgir torres con ese estilo. Así será, pero, al contemplarlas no podemos evitar una sensación de irrealidad, de parodia, de algo que requiere del espectador un guiño de complicidad, como si nos dijeran: ”No nos tomen en serio, solo queremos impresionar.”

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Este edificio de rentas de Ayerza sí impresiona de verdad, quizás porque impresionar no era la intención de quienes lo hicieron.

Da una sensación de firmeza, de seguridad, de esbelta solidez, con el presupuesto de una rigurosa armonía en su diseño, por donde se lo mire.

Para comenzar, el gran acierto de retirar la línea de edificación sobre Alvear para realizar una elegante entrada para autos, que además de cumplir con este fin, otorga una gran privacidad a la planta baja del edificio.

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La privacidad en la fachada de Callao está asegurada por si misma, ya que el declive de la avenida, que comienza justamente en esta esquina, pone a las ventanas al resguardo de la impertinencia de transeúntes mirones.

El edificio es casi una torre -una torrecita- ya que sólo tiene una medianera, sobre Alvear.

El muro que mira, o miraría en otros tiempos, a la calle Posadas, abre sus ventanas a un estupendo jardín con añosos árboles. No hace muchos años excavaron en él, para abrir cocheras bajo las plantas. ¿Vale la pena describir lo que las fotos explican?

Todo de manual: las verjas, la doble puerta de roble, la mansarda, pero del mejor manual. Disfrútenlas.

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