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#48 • Agosto 2011 Año II Denuncias Urbanismo

Ver para creer

por Enrique Espina Rawson / Fotos: Iuri Izrastzoff
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Decíamos ayer….parafraseando a fray Luis de León, podríamos comenzar con “decíamos en mayo”, aludiendo a la nota sobre la esquina de Tucumán y Esmeralda.

¡Cuántas veces empleamos el consabido “ver para creer”, al referirnos a cosas que resultan difíciles de imaginar, y cuántas más, como en este caso, podríamos añadir para mejor expresarnos “ver para no creer”!

No es para menos. Hablábamos en la nota, entre otras cosas, del estado lamentable, catastrófico, de las cuatro esquinas del cruce de las dos céntricas calles, suponiendo que no podía ser peor de lo que estaba. Por lo general tratamos de no caer en denuncias, porque no nos alcanzaría el tiempo de nuestras vidas para dar cabida a tanto justificado reclamo sobre tantos aspectos de la vida ciudadana.

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Pero volvemos sobre este caso, porque realmente, la desproporción entre los posibles daños y la simpleza de la solución, que no llega, lo vuelve particularmente indignante. En 24 horas, o en mucho menos, esto es arreglable, si es que hay, hubiera o hubiese, alguien que se ocupe del tema.

Nos referíamos en la nota pasada a la descomunal abertura existente en la intersección de las dos calles, más cercana a la esquina noroeste que al centro del cruce.

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No es un pozo, su amenazadora existencia no es geológica, ni atribuible a fallas o desgaste de la cobertura asfáltica. No, es una gran caja metálica, de la cual alguien retiró o robó una de las dos tapas, quedando así un enorme hueco de afilados bordes metálicos y de profundidad suficiente como para llevarse el tren delantero de un auto, o la vida de un motociclista que, inadvertidamente, pase sobre esa trampa mortal.

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Pues bien, demostrando contundentemente que todo puede ser peor, ahora falta la otra tapa, con lo cual el hueco ha aumentado al doble de tamaño, como lo puede comprobar el más simple cálculo matemático. Si nos asombraba que semejante cosa pudiera ser posible, y que a través de meses y meses pudiera existir semejante peligro sin que ningún organismo responsable tomara intervención, ¡que se puede decir ante esto….!

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Podríamos agregar, y lo hacemos, que el estado de las veredas, por llamar así a la simple acumulación de cráteres y escombros paralelo a las calles, es peor, si cabe que lo constatado en mayo pasado. Pasan, como malamente pueden, miles de personas y vehículos diariamente por ese cruce.  ¿Se estará esperando una tragedia para que alguien, quizás ese innominado y misterioso ser ciego, sordo y mudo que se ocupa, o debiera ocuparse de estos temas haga algo?  O tal vez, si como sospechamos, esa tarea corresponde al ámbito de la Divina Providencia sólo cabe una esperanza: Oremos.

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