Fervor x Buenos Aires

Teatro Maipo

Un reciente decreto ha consagrado al Teatro Maipo como Monumento Histórico Nacional. Ya lo era en la memoria afectiva de la ciudad desde hace mucho tiempo.

Lo mejor de la revista y el espectáculo porteño pasó por su escenario, y durante décadas ir al Maipo significaba la coronación obligada de una noche de festejo que, por supuesto incluía un suculento puchero en “Chiquín” o “El Tropezón”.

Alguna curiosidad para señalar: ¿Por qué Maipo y no Maipú,  nombre de la primera paralela, yendo hacia el bajo, y por qué no Esmeralda que es la calle en la que se encuentra ubicado, exactamente en el 433?

Maipú, como todos sabemos, recuerda la batalla en la que el Ejército Libertador, a las órdenes del General San Martín, selló la independencia de Chile, pero Maipo parece ser el término correcto, o al menos ancestral con que se denominaba  esa región, así es que suponemos una razón de purismo histórico y lingüístico que primó, curiosamente, para dar nombre a esta sala, a partir de 1922.

En su inauguración, que data de 1908- el mismo año del teatro Colón- se llamó Scala, y consagró su escenario al teatro francés. En aquellos tiempos esto significaba obras de fuerte contenido y lenguaje desenvuelto, comedias de enredos picarescos y osados, infrecuentes en los tablados habituales, y, por lo tanto dirigidas a un público casi exclusivamente integrado por hombres mayores de edad.

Poco tiempo después, abandona esta línea y ya con el nombre de “Esmeralda” se abre a un repertorio más “familiar”, y en su escenario, y en 1917, ocurre un hecho trascendental para la historia del tango: allí canta Carlos Gardel: “Mi noche triste”, dando origen al tango canción.

Si bien una placa en el hall del Maipo recuerda este hecho, debemos consignar que historiadores prestigiosos sostienen que, en realidad, esto ocurrió en otra sala, la del desaparecido teatro “Empire”, ubicado en esos años en la esquina de Corrientes y Maipú.

Pero, no existiendo ya el “Empire”, bien está que el suceso le sea atribuido, con razón o sin razón, al Maipo, y no seremos nosotros quienes discutamos sus pergaminos.

En 1922 la sala cambia de dueño, y adopta el nombre definitivo de “Maipo”.

Sería interminable la lista de actores y actrices de nuestra escena que desfilaron en memorables temporadas por su escenario.

Figuras legendarias como Lola Membrives, Sofía Bozán, Pepe Arias, Carlos Castro “Castrito”, Don Pelele, Alfredo Barbieri, Tito Lusiardo, Tita Merello, Alicia Márquez, las hermanas Pons, Zulma Faiad, Tato Bores, Gasalla, Perciavalle, Juan Carlos Thorry, Niní Marshall y tantas otras, se consagraron ante el público porteño que concurría noche a noche a colmar los palcos y las butacas de pullman y platea para aplaudir y reir con los skechts de sus artistas favoritos.

En 1928 hubo un incendio en la sala, sin consecuencias mortales, y luego de una remodelación a cargo del arquitecto Valentín Brodsky, en la que el teatro adquirió un estilo art-deco que contrasta con las líneas italianas de su fachada, reabrió sus puertas el 27 de octubre de 1929.

En 1943, exactamente el 6 de septiembre, otro incendio obligó a cerrar la sala por un tiempo, y, lamentablemente, tres personas murieron.

En la actualidad cuenta con un telón de seguridad, que aisla el escenario de los espectadores, y un sofisticado sistema contra incendios.

El teatro fue escenario también del estreno de memorables tangos, que luego pasaban a la calle, y casi inmediatamente a las grabaciones de orquestas y cantores que los popularizaban, constituyendo hoy en día el universalizado repertorio clásico de nuestra música ciudadana.

Hacia mediados de los 30, el teatro fue propiedad del director de teatro y cine (y también autor de conocidos tangos como “Madreselva” y “Confesión”) Luis César Amadori, y en la actualidad es propiedad del conocido empresario Lino Patalano en sociedad con el bailarín Julio Bocca.

Afortunadamente, superada ya la barrera de los 100 años, el querido teatro Maipo sigue su camino ofreciendo espectáculos de jerarquía, y luciendo, como corresponde, su clásica estampa de entrañable prosapia porteña.