Fervor x Buenos Aires

Ateliers

A veces sucede que, “en un derepente”, como decía Catita, oímos una palabra, un nombre cualquiera que jamás habíamos escuchado, y a partir de ese instante iniciático se nos aparece por todas partes, como para recuperar el tiempo perdido.

Comenzamos con los ateliers o studios de Posadas 1317, luego con los más divertidos de la calle Paraguay, y ahora con estos contiguos del encantador pasaje Tres Sargentos 422 y 436, que desemboca en las tiendas Harrods.

No hay dos sin tres, según la sabiduría popular. No son iguales, claro está, pero sin duda provienen de la misma mano (aunque sólo uno de ellos lleva la firma de Sánchez, Lagos y de la Torre), ya que son variaciones de un mismo tema.

La línea conductora es el racionalismo, pero estos, a diferencia de sus congéneres, tienen un aire austero en su evidente economía de recursos que impone respeto. Hay una severidad nórdica, pero también un aire de decorado teatral. De los dos, si tuviéramos que elegir, nos parece más interesante el 436.

Los dos balconcitos simétricos que asoman en la media altura de los ateliers del primer piso confirman esa sensación.

Entre ellos, dos grandes ventanas de vidrios repartidos aseguran una gran luminosidad. Y en el último piso, un gran ventanal a 45 grados nos lleva, inevitablemente, a evocar “La Boheme”.

La planta baja de los dos edificios son más o menos similares, ya que el piso de las dos están por abajo del nivel de la vereda, y la luz la proporcionan dos paneles de ladrillos de vidrio translúcido, amén de las ventanas correspondientes.

En todas las plantas de los dos edificios las unidades son de doble altura, técnicamente dúplex.

Las instalaciones sanitarias y de cocina son mínimas, como ya hemos advertido, no están pensadas para familias. Se cuenta que estos casi gemelos bohemios fueron realizados con material que quedó sin usar de la construcción del Kavanagh, por cierto ópera magna de la misma firma de arquitectura.

Nos cuesta creerlo, ya que los cálculos de materiales no pueden hacerse como una comida familiar, en la que termina sobrando un poco de todo. Pero, en fin, este comentario bien podría asimilarse a lo que se ha dado en llamar leyendas urbanas, que, ciertas o no, nos hacen reflexionar un poco, lo que no es malo del todo. Es un decir…